jueves, 31 de marzo de 2011

observar

OBSERVAR                                              
Saber observar es más que ver. Observar es el paso inicial de cualquier proceso mental, es  la puerta de entrada del mundo externo hacia nosotros mismos.
Observar es el resultado de una necesidad física, psíquica y espiritual ya que si no existiera interés o motivación, dejaríamos pasar el estímulo sin registrarlo. Según nuestro interés, observar genera  el registro de una experiencia a nivel consciente o inconsciente. La técnica para observar que proponemos permite regular la atención para observar de un modo predominantemente consciente..
Aprender a observar es el fundamento de una memoria sistémica no sujeta al capricho de quienes quieren estimularlos y es la base de la Memoria Palanca del desarrollo personal.
Tampoco al observar se debe dejar de lado el inconsciente. Por el contrario, se lo ubicará como aliado estratégico. Se ha comprobado que la claridad de los objetivos, el compromiso con la verdad y la concentración en los resultados son los factores de complementación entre la estructura consciente e inconsciente.
Por último, cuanto mayor sea nuestro conocimiento, mejor será el resultado. La persona que sabe, puede observar lo que nadie ve. Según Pasteur, “el azar favorece sólo a las mentes preparadas”, y  agregamos: que están dispuestas a aprovechar las oportunidades que les ofrece la vida para observar.
Aprendamos a observar.  Se trata de cultivar una actitud de asombro frente al milagro de la naturaleza utilizando correctamente la memoria.
Las fuentes para observar son infinitas, es todo lo que se nos presenta a lo largo de la jornada: una cita, un objeto, una carta, una idea. Flaubert decía que cualquier cosa observada detenidamente se vuelve maravillosa. Una vez enfrentados al objeto, lo importante es aprender a preguntar: su historia, su proceso de fabricación, la materia prima que lo constituye, etc.
Para que los objetos percibidos perduren en nuestra memoria, hay que observar con los dos hemisferios cerebrales. El cerebro puede observar las emociones a través del hemisferio derecho y los conceptos abstractos a través del izquierdo.
Si al observar ingresamos sólo los datos emocionales o, por el contrario, únicamente las abstracciones, disminuirá la calidad de la recepción y quedará mal registrada en la memoria.
El estado mental óptimo para observar se logra mediante técnicas de relajación y concentración.
Dicho estado, que denominaremos “receptivo”, debe combinar: una atención flotante (estar preparados para sacar provecho del azar) con una acción específica en el acto de la percepción (tener la intención de observar).  Si bien la observación es un acto único, a los efectos didácticos la dividiremos en dos tipos:
1. Observar reproductivamente. Es  representar el objeto, a la persona o el hecho tal como es y no como una abstracción conceptual.
Para lograrlo debemos dejar de actuar “en automático”. Muchas veces, cuando aprendemos a realizar una tarea, tendemos a repetir la rutina sin considerar otra forma de llevarla a cabo.
De acuerdo con esto, pasemos nuestra mente de “automático” a “manual” y comencemos a experimentar una nueva manera de ver la realidad. Penetremos en ella con espíritu de curiosidad, generando así  una cuota mínima de observaciones diarias significativas.
La mente como cámara fotográfica. Una técnica para observar es la fotografía mental de lo percibido. La misma debe ser de carácter multisensorial: el objeto tiene que ingresar a través del aparato sensorial. No olvidemos el sexto sentido, la intuición, que representa la respuesta emocional ante el estímulo presentado.
Ejemplo. Veamos como Cortázar “fotografía” al observar un beso:
“Ella hizo algo que nunca había hecho antes, le pasó los brazos por el cuello y  lo besó en la mejilla. Su boca olía despacito a menta. Mario cerró los ojos llevado por la necesidad de sentir el perfume y el sabor dulzón debajo de los párpados. Y el beso volvió más duro y quejándose..
¿Cómo podemos ejercitar nosotros la observación creativa? Utilizaremos, al igual que en la descriptiva, la realidad que nos rodea pero buscando el detalle que lo transforme en otra cosa. Intentemos deducir el carácter de las personas que pasan a nuestro lado según su forma de vestir o actuar. Por ejemplo, si una mujer va por la calle bien vestida, calzada con zapatos bajos y lleva un bolso gastado y de gran tamaño como cartera, podríamos decir que pone la practicidad por encima de la estética.
Los viajes cotidianos son una fuente inagotable para observar: un pasajero hace el ademán de levantarse para descender. Si estamos atentos observaremos quién está desesperado por sentarse, quién se dispone a ceder el lugar y quién, maliciosamente, obstruirá el paso al desesperado.
Estos son los primeros ejercicios para desarrollar nuestra capacidad de observación creativa.

OTRAS TÉCNICAS DE OBSERVACIÓN
El dibujo. Al dibujar, miramos primero cada detalle, buscamos el mejor ángulo, la iluminación óptima, etc., y luego lo plasmamos en el papel. También quedará grabada, en el dibujo, nuestra respuesta emotiva ante el objeto.
Cambiar el punto de entrada, empezando a percibir desde otras perspectivas. Por ejemplo, en lugar de prestar más atención a lo que está más próximo hay que observar  lo que se encuentra más lejano. Si trabajamos en una oficina, observemos los objetos de los otros escritorios, lo que puede haber pegado en las paredes, etc., y después lo que hay en nuestra mesa de trabajo.

Rotar la atención hacia cada área del problema. Observarla una por una. Toda situación tiene varias facetas. Si nos quedamos con la primera que se nos presenta, probablemente no lograremos solucionar nada. En cambio, si observamos detenidamente cada parte  y la analizamos podremos entonces alcanzar la respuesta. Cuanto más se conoce algo, más sencillo es comprenderlo.

Comentar nuestra observación con otras personas, comparando lo que cada una percibió.

Si queremos relacionar una cara con un nombre, utilicemos la observación creativa.
Saber observar, produce resultados inmediatos: en el trabajo puede significar un ascenso; en el estudio, aprender en menos tiempo; y en la vida, conocer mejor a nuestros semejantes. Y a buen observador pocas palabras.



















                                                                                                                           




























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